Jodida
es la vida
debajo del cielo,
debe pensar
la sombra del humo
al deslizarse por el papel,
a veces le envidio
esa capacidad tan suya
de desaparecer
en los altares de la noche.

Iluso
es sentirse filtro
y no quemarse,
respirarme
y no contaminarse.
Grotesco
es reconocer
que tengo el alma tan seca
que me hacen ventosa
los ojos
con las cuencas.

Pero son los ojos
el espejo de un alma
por donde salen
estos versos,
míralos,
es por eso
que deslumbras mi garganta
y me acabo volviendo ciego.
Con los años
me he dado cuenta
de que los besos
me saben
como a ese náufrago
que sueña con la bengala
que acaba de ver
en el cielo.

Me falta herencia
para estar en contra,
y por contra,
que encuentren,
que lo que me sobran
son carencias.
Así,
las venas
que dejé abiertas
me dan la bienvenida
al estado natural de las cosas.

Buscándote,
sin saber qué encontrar,
besándote,
en el reflejo del mar.