Dónde quedó la humanidad
mientras Adán se preguntaba
cómo se sujetaba su hoja de parra.
Si supiéramos
de dónde se sacó Dios
el barro para hacernos.

Dónde quedó la humanidad
cuando fuimos ese organismo unicelular
que decidió formarse.
Dónde quedó la humanidad
cuando nos volvimos antropomorfos
mientras otros se quedaban en el camino
fundando
organizaciones ultracatólicas
con las que aliviar
esas fantasías húmedas
de la añoranza
de la Inquisición.

Dónde quedó la humanidad,
¿se la quedaron los sumerios,
acadios, babilonios?

Dónde quedó la humanidad
mientras los griegos
inventaban la democracia
restringiéndola
a mujeres
y esclavos,
todo ello, mientras nadaban
en el corintio de sus columnas.

Dónde quedó la humanidad
mientras nos amamantábamos del latín
cual Rómulo en el cielo de Luperca.

Dónde quedó la humanidad
mientras veíamos caídas de imperios,
conquistas disfrazadas de descubrimientos,
revoluciones…

Hasta el planeta se nos quedó pequeño,
y descubrimos que el universo
era inmenso,
indefinido,
infinito,
enorme,
y seguíamos profundizando.
Y cuando creíamos que lo teníamos todo,
va la evolución,
y se para.
Va la historia,
y se detiene.

Dónde quedó la humanidad
mientras morían en la playa.

Dónde quedó la humanidad
mientras vieron
flotar la sangre
junto a la sal
del mar.

En este punto estamos,
que si Moisés abrió las aguas
adivina quién las cierra.

Y pensamos,
por un instante,
que, en Europa,
por morir,
solo lo hacía el mar
cuando besaba esta hermosa tierra.

Dónde. Dónde quedó la humanidad.
Permitidme cambiar
el orgullo por la suerte.
Suerte de que el barro
no se mezcla con mi sangre
ni se ahoga con mis lágrimas.

Suerte, de no estar allí,
en un campamento
mientras espero mi destino
como la mercancía que soy
para esta gente.
De no ver mi vida
desde un periódico.
A través de una valla.

Sé que nos cuesta
ver un telediario entero,
pero hay que verlo,
porque tenemos el lujo
de mirarlo
a través de una pantalla.

La evolución no sucede,
se gana.

Que una piedra
no derribará un castillo,
pero por reencarnarme,
puestos a ello,
que sea,
en golpe a la alambrada.